El futuro es la eficiencia: DeepSeek R1 puede ser el nuevo paradigma de la IA

PorEl Diario del Norte

febrero 21, 2025

La inteligencia artificial, o ya popularmente conocida como IA, ha estado dominada por una mentalidad simple pero costosa: “más grande es mejor”. Modelos con billones de parámetros, infraestructuras masivas de GPU, consumos energéticos descomunales. La premisa era clara: cuanto más se invierta en computación, más poderosa será esta tecnología. DeepSeek R1 desafía este paradigma.

Su éxito no radica en ser el modelo más grande, sino en ser el más eficiente. Con un costo de entrenamiento de apenas 5.6 millones de dólares —una fracción de lo que OpenAI o Google han gastado en sus modelos insignia— DeepSeek ha demostrado que la escalabilidad no es solo cuestión de tamaño, sino de inteligencia algorítmica.

Pero el impacto de R1 no se queda en lo técnico. Su irrupción ha sacudido las estrategias de las gigantes tecnológicas, ha hecho temblar a los mercados y ha encendido una nueva alerta en la rivalidad entre Estados Unidos y China. ¿Estamos ante un punto de inflexión en la carrera global por la supremacía en IA?

El lanzamiento de DeepSeek R1 ha encendido un debate global sobre el dominio tecnológico, con comparaciones que van desde la hegemonía de Huawei en telecomunicaciones hasta el “momento Sputnik” de la IA.

El símil con Huawei no es casual. La empresa china desafió a Estados Unidos con tecnología eficiente y de bajo costo, logrando un dominio en el 5G que llevó al país norteamericano a tomar medidas extremas, como sanciones y restricciones comerciales. Ahora DeepSeek está trazando el mismo camino con la IA: mientras OpenAI y Google apuestan por modelos costosos y cerrados, DeepSeek ofrece eficiencia, accesibilidad y código abierto.

Para algunos analistas, esto es una llamada de atención para Estados Unidos. «DeepSeek representa un cambio más amplio en las capacidades de la IA y debería ser un despertador para los legisladores», señalaron expertos de Andreessen Horowitz. La gran diferencia con la Guerra Fría es que la IA avanza a una velocidad exponencialmente mayor que la tecnología espacial. No se trata de una competencia de décadas; un modelo de IA desarrollado en China puede implementarse globalmente en cuestión de semanas, con implicaciones directas en cómo accedemos a la información y tomamos decisiones. La pregunta clave ya no es solo tecnológica, es política.

Para evitar que China se adelante en la carrera de la IA, Estados Unidos ha apostado por un enfoque regulatorio agresivo. La administración Biden ha restringido el acceso de China a las GPU más avanzadas de NVIDIA y ha impuesto límites a la IA de código abierto, buscando mantener una ventaja estratégica. Pero DeepSeek R1 demostró que esta estrategia no está funcionando.

Al no depender de las GPU de gama alta y optimizar su eficiencia computacional, DeepSeek ha encontrado una manera de eludir las restricciones. Como señala Ben Thompson de Stratechery: «A pesar de las prohibiciones de chips, la innovación en IA de China se ha acelerado, demostrando que las restricciones políticas por sí solas no asegurarán el liderazgo de Estados Unidos.»

Pero aquí está la paradoja: mientras el país norteamericano intenta frenar a China, también se está frenando a sí mismo. La regulación sobre la IA impuesta a empresas estadounidenses —con controles estrictos sobre seguridad y gobernanza— está ralentizando a las startups y dificultando la competencia con empresas chinas, la cuales operan con menos restricciones.

Satya Nadella, CEO de Microsoft, ha advertido sobre esto: «Si Estados Unidos quiere ganar la carrera de la IA, debemos abrazar la innovación abierta, incentivar el emprendimiento y asegurarnos de que el efecto Jevons funcione a nuestro favor». Y aquí entra otro factor crítico: la información.

El dominio de la IA ya no es solo una cuestión económica o militar. Es una cuestión de control del conocimiento. “Quien controle la IA controlará las respuestas a preguntas como: ¿Qué pasó el 4 de junio de 1989? ¿Cuántos géneros existen? ¿Funcionaron los confinamientos por Covid-19?”, escribió Alex Rampell en Por qué DeepSeek es un regalo para el pueblo estadounidense.

Las respuestas que proporciona la IA dependen de quién creó el modelo, dónde está alojado y qué datos fueron utilizados para entrenarlo. Por eso, la IA se ha convertido en un campo de batalla para gobiernos, empresas tecnológicas e instituciones culturales.

China ha demostrado su capacidad para censurar plataformas digitales como WeChat y TikTok, restringiendo contenido que contradice sus narrativas políticas. Si DeepSeek R1 u otros modelos chinos se convierten en la base de los sistemas de IA globales, la influencia china en la información no será solo un problema local. Será una cuestión de escala global.

Más allá de la geopolítica, DeepSeek R1 plantea una pregunta crucial para la industria de la IA: ¿es el fin de la era de los modelos colosales? La IA ha estado dominada por la idea de que más computación significa mejor rendimiento. DeepSeek desafía esta suposición con tres lecciones clave:

El impacto de DeepSeek R1 no es el final de la historia. Es el comienzo de un cambio estructural en la IA. Para las empresas y desarrolladores, la lección clave es clara:

Para los reguladores, el desafío es aún mayor, pues la idea es poder equilibrar la seguridad con la innovación; bloquear la IA de código abierto podría dar a China una ventaja en adopción global. Por otro lado, es fundamental evitar el proteccionismo excesivo. Un ecosistema de IA más abierto y descentralizado será clave para impedir que el control de la información caiga en manos de unos pocos actores.

Y para la comunidad tecnológica en general, la pregunta es simple: ¿qué vamos a construir con esta nueva IA? El futuro de la IA no será definido por quién tenga los modelos más grandes, sino por quién logre hacerlos más útiles, accesibles y estratégicos. DeepSeek R1 no es solo un modelo. Es una señal de que la revolución de la IA apenas comienza.

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