La guerra arancelaria de Trump empuja a los tecnológicos canadienses a replantearse Silicon Valley

PorEl Diario del Norte

abril 4, 2025

La semana pasada, el primer ministro canadiense, Mark Carney, declaró que la «vieja relación» que su país tenía con Estados Unidos había terminado y que estaba claro que ya no es un socio fiable. Los comentarios se produjeron después de que EE UU anunciara nuevos y radicales aranceles a Canadá y de que el presidente Trump pasara meses haciendo comentarios incendiarios que alarmaron a los líderes canadienses, incluyendo sugerencias de que el país estaría «mejor» si fuera anexado a territorio estadounidense.

Finalmente, las tensiones estallaron cuando Trump mencionó que impondría aranceles del 25% a los vehículos fabricados en el extranjero, una medida que podría tener un grave impacto en la economía de Canadá.

La ruptura entre las dos naciones está provocando un nuevo tipo de orgullo nacional, así como mucha incertidumbre. Por ahora, los aranceles de Trump sobre Canadá no se extienden al software, por lo que el flujo de bienes y servicios digitales entre ambos países permanece prácticamente ininterrumpido. Sin embargo, el caos ha llevado a algunos fundadores e inversionistas a instar a los jóvenes canadienses a crear empresas en casa y fortalecer el ecosistema tecnológico local, mientras que las empresas canadienses con grandes operaciones en EE UU se replantean cambiar de estrategia o incluso de sede.

«Los fundadores canadienses tienen que adaptarse a una nueva realidad en la que ya no se puede contar con dos supuestos fundamentales que hemos dado por sentados durante décadas: EE UU es un socio comercial fiable y ambos países tienen un acuerdo de libre comercio estable y mutuamente beneficioso», afirma Chris Neumann, socio de Panache Ventures en Vancouver y antiguo fundador de una startup.

Al mismo tiempo, algunos canadienses afirman a WIRED que el capital social y financiero de Silicon Valley sigue siendo un gran atractivo para los trabajadores tecnológicos. Por ejemplo, muchos empresarios ambiciosos aprovecharían la oportunidad de entrar en el acelerador tecnológico Y Combinator de EE UU, «tanto si vienen de Canadá como si vienen de Argentina», refiere Michael Buhr, director ejecutivo de C100, un grupo de redes sin fines de lucro para canadienses en Silicon Valley.

«Me gusta bromear diciendo que no se puede poner un arancel al talento», añade Brandon Waselnuk, ejecutivo de la aplicación de documentación Mintlify, en un evento celebrado en California la semana pasada. Waselnuk es originario de Ottawa, pero ahora vive y trabaja en San Francisco. En enero, posteó en redes sociales un llamado para encontrar a otros canadienses del sector tecnológico que también se sintieran inquietos por las crecientes tensiones entre EE UU y su país de origen. Varios usuarios se pusieron en contacto, y Waselnuk empezó a organizar eventos locales para lo que bautizó como la «Maple Syrup Gang» (La pandilla del jarabe de maple). La primera salida fue una excursión por la ciudad y degustación de chocolate, codirigida por su esposa.

Waselnuk organizó la reunión de la semana pasada en las elegantes oficinas de Bain Capital, en el centro de San Francisco. Alrededor de 60 empresarios y capitalistas de riesgo canadienses se reunieron para ver demostraciones de empresas mientras comían pizza y poutine (un platillo de papas fritas con salsa gravy y queso). Al saludar a la gente cerca de la entrada, Waselnuk parecía la quintaesencia de Canadá, tanto por su afabilidad como por su atuendo: su sombrero llevaba el logotipo de la red de senderos recreativos, Trans Canada Trail. Su camiseta roja con una hoja de arce no necesitaba explicación.

«Algunos de los canadienses del grupo se preguntan: ‘¿Deberíamos trasladar nuestra oficina? ¿Deberíamos cambiar nuestro enfoque?’. Pero no sabemos qué va a pasar, EE UU tampoco lo sabe. Los canadienses no quieren estos problemas. Solo queremos llevarnos bien», aclara Waselnuk. Alysaa Co, directora de Bain Capital Ventures y también canadiense, se mostró de acuerdo. Señaló que una de las empresas de la cartera de Bain, una startup de tecnología financiera con sede en Toronto, ha prestado servicios a pequeñas empresas con sede en EE UU desde su creación. Según Co, lo ideal es que la empresa no tenga que replantearse esa estrategia.

Algunos miembros de la Maple Syrup Gang se burlaron de EE UU y de la cultura estadounidense. Un emprendedor, que mostró una herramienta basada en inteligencia artificial para ayudar a los niños a aprender matemáticas, pidió al público que le diera su opinión sobre su aplicación con una sinceridad brutal: «Opinen como si fueran de Texas, o imaginen que son Trump».

El orgullo canadiense y el sentimiento nacionalista han ido en aumento desde que Trump comenzó a amenazar al vecino del norte y adoptó una línea dura en materia de comercio. Según el análisis de datos del Instituto Angus Reid, una organización canadiense de investigación sin fines de lucro, el porcentaje de canadienses que dicen estar «muy orgullosos» de su país aumentó significativamente en febrero. Mientras Canadá se prepara para las elecciones nacionales de dentro de unas semanas, los dos principales partidos políticos insisten en la importancia de «Canadá primero» y la defensa de la soberanía nacional. El Partido Liberal de Carney, que se hundía en las encuestas antes de que la retórica de Trump hacia Canadá se tornara oscura, ha aumentado su popularidad a medida que el primer ministro y exbanquero se posicionaba como el mejor candidato para proteger la economía.

Este creciente sentimiento de orgullo nacional canadiense se ha extendido también al sector tecnológico, donde algunos inversionistas y fundadores de startups ven la división entre EE UU y Canadá como una oportunidad para impulsar la productividad y la autosuficiencia de su país. Un grupo de empresarios tecnológicos canadienses, entre los que se encuentran ejecutivos de Shopify y Cohere, han puesto en marcha una campaña promocional llamada ‘Build Canada’ con el objetivo de influir en la política tecnológica, la reforma fiscal y la inmigración. Un artículo del blog canadiense Betakit informaba de que estos líderes tecnológicos se han sentido «frustrados por el Gobierno liberal y los antiguos problemas de productividad del país».

«En retrospectiva, veremos estos aranceles estadounidenses como una importante llamada de atención para Canadá», tuiteó en X Boris Wertz, fundador de Version One Ventures, con sede en Vancouver, y antiguo socio del consejo de Andreessen Horowitz. Según Wertz, Canadá debe diversificar sus socios comerciales fuera de EE UU, desregular el comercio interprovincial y apostar por las infraestructuras energéticas. También incluyó la seguridad fronteriza y la lucha contra la delincuencia en su agenda.

Canadá ha sido una importante fuente de talento tecnológico en Silicon Valley desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994, que incluía un programa de concesión de un número ilimitado de visados para profesionales cualificados que quisieran trasladarse de Canadá o México a EE UU. El TLCAN fue sustituido por el acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA) en 2020. Los canadienses que trabajan en tecnología pueden mencionar rápidamente los nombres de los fundadores de unicornios y otras figuras notables que son originarios de su país, como el cofundador de Uber Garrett Camp, el cofundador de Notion Ivan Zhao, la cofundadora de Cloudflare Michelle Zatlyn, y el creador de Pebble Eric Migicovsky, por no hablar de los miles de ingenieros canadienses que trabajan en los productos entre bastidores.

Pero los canadienses también han lamentado la fuga de cerebros a Silicon Valley y las oportunidades perdidas que representa para el crecimiento de Canadá. En medio del actual auge de la inteligencia artificial, que ha provocado otra oleada de ingenieros con talento que acuden en masa a EE UU, los gobiernos y los líderes industriales de Canadá «deberían abordar este problema con la urgencia de un incendio de cinco alarmas», argumentaba el desarrollador de software Bilal Akhtar en un artículo de opinión publicado en el periódico Toronto Star el año pasado.

«Algunos de los académicos más notables en el campo de la IA y el aprendizaje automático, como Geoffrey Hinton e Ilya Sutskever, proceden de la Universidad de Toronto. No hemos logrado construir un ecosistema lo suficientemente grande en torno a nada de eso», escribió Akhtar.

La producción de talentos de Canadá puede verse ligeramente frenada por las crecientes tensiones con EE UU, que han creado barreras literales que antes eran inimaginables entre vecinos amigos. La preocupación por la seguridad en los viajes a través de la frontera sur aumentó en Canadá tras hacerse viral la historia de una mujer canadiense detenida durante dos semanas por las autoridades de inmigración estadounidenses. Las reservas de vuelos a EE UU durante la próxima temporada de verano han ido en picada.

Uno de los asistentes canadienses al evento de Waselnuk compartió con WIRED que actualmente está haciendo prácticas en una empresa estadounidense de vehículos eléctricos y que nunca había estado en EE UU antes de aceptar el trabajo. Ahora quiere quedarse y encontrar un trabajo de tiempo completo en Silicon Valley, pero su padre le ha dicho que no lo visitará si se muda a territorio estadounidense.

Buhr, quien dirige el grupo de networking C100 para canadienses en Silicon Valley, afirma que existen diferencias culturales críticas entre los dos ecosistemas tecnológicos que suponen un obstáculo para Canadá: «El país tiene un unicornio cada década, y EE UU tiene 10 unicornios al año». Cita la plataforma de comercio electrónico Shopify como la estrella tecnológica más brillante de Canadá. También señala el conocido «efecto volante» de Silicon Valley, el cual dicta que si un trabajador tecnológico tiene mucho éxito y se hace rico, invertirá dinero en el ecosistema y creará nuevas oportunidades para otros: «Ese volante de inercia no existe en Canadá, y si existe, es en un ciclo de 10 años».

La intención de Buhr es ayudar a sus compatriotas canadienses a aumentar su apetito por el riesgo: «Tenemos que elevar un poco la arrogancia de los empresarios canadienses, y ser más estadounidenses en ese sentido, para que digan ‘puedo cambiar el mundo’, y no ‘puedo comprar una casa de campo dentro de un año'». A medida que la relación entre EE UU y Canadá experimenta una transformación radical, el mundo que esos empresarios pretenden cambiar podría tener un aspecto muy diferente pronto.

Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.

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